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En semana – Kafka en la orilla

Es muy probable que cada vez que publique una entrada sobre Haruki Murakami inicie siempre con una explicación sobre lo que me hacen sentir los textos de este autor.

Para mí, es como un paseo por una montaña: me encanta el viaje, el paisaje, las flores que encuentro en el camino y miro al detalle, el aire puro, la sensación de que estoy viviendo y disfrutando de una experiencia única y maravillosa. Pero de repente, cuando llego a la cima, alguien -Murakami- me lanza por un barranco. Las heridas de la caída no son de gravedad, pero el final del paseo es abrupto y me deja confundida: ¿de verdad la pasé tan bien hace apenas unas cuantas páginas para acabar en el fondo de una historia sin una respuesta clara?

Esta es la sensación que me ha dejado Kafka en la orilla.

Kafka Tamura es un chico de quince años que se ha ido de su casa porque tiene una relación difícil con su padre; pero, como el chico ya presentía que más temprano que tarde abandonaría el hogar paterno, se ha preparado para encontrar su propio rumbo. Así viaja al sur de Japón, donde encuentra un trabajo en una biblioteca y conoce a una bella mujer, la señora Saeki.

Paralelamente, conoceremos también a Satoru Nakata, un anciano con problemas de comunicación y aprendizaje luego de que, durante un ataque a Japón en la Segunda Guerra Mundial, tuviera secuelas cognitivas graves (aunque nadie se explica cómo ni por qué). Satoru solo puede comunicarse con los gatos y, por cosas del destino, se embarca en un viaje con un simpático conductor de camión.

¿Qué mágicos lazos unen a todos estos personajes?

La novela (el paseo por la montaña) me encantó: la narración, los personajes, las imágenes fantásticas y los misterios alrededor de nuestros protagonistas: ¿qué le ocurrió a Satoru realmente cuando era niño?, ¿cuál es la verdadera identidad del padre de Kafka?, ¿qué relación hay entre Satoru y Kafka como para que sis historias casi se tocaran?, ¿qué hay detrás del misterio de esta novela?

Sobre todo eso: ¿qué hay detrás del misterio? ¿Cuál es la respuesta? No lo sé porque, como expliqué al inicio de esta entrada, el paseo acabó con la caída abrupta por un barranco. Me queda el recuerdo intenso del viaje y la confusión posterior de cómo terminó.

Por lo general, las novelas de Murakami me dejan así de descolocada, sin respuestas, sin claridad alguna. Y lo detesto. Una creería que, conociendo ya al autor, no volvería nunca más a leerlo para que no se repita la traición de la caída por el barranco. Pero siempre, siempre regreso con él por el viaje. Y por eso, aunque con esta novela quedé bastante insatisfecha sin las respuestas que esperaba, te recomiendo muy honestamente su lectura. ¿Quién sabe? A lo mejor quiero que alguien se maraville y se frustre tanto como yo con la lectura de esta obra.

¿A vos te pasa lo mismo con Murakami o sí encontrás respuestas a sus finales? ¿Acaso necesita estas respuestas?

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